El propietario de Rocoto Peruvian and Mexican Grill encuentra los ingredientes del éxito en Red Lion

Cuando el chef Edgard Ayala abrió su restaurante, Rocoto Peruvian and Mexican Grill, la gente le dijo que el concepto estaba tan fuera de lugar que nunca funcionaría.

Menos de tres años y una pandemia continua después, ya se ha expandido a la propiedad de al lado para ofrecer a más clientes una cocina que hace honor a su historia como inmigrante.

“Esto es Red Lion. Sólo había pizzerías y hamburgueserías. La zona necesitaba algo diferente”, dice hoy. “Por eso, supongo, está funcionando”.

‘Esto debe ser una señal’

Edgard se trasladó de Perú a Argentina a los 23 años para asistir a una escuela de cocina en Buenos Aires. Tenía familia en el condado de York y llegó a Estados Unidos al día siguiente de la muerte de su padre, en 2006.

Aquí encontró trabajo en un restaurante italiano. Revisó algunos de los platos, e incluso añadió algunos platos al menú. El dueño le ofreció un trabajo a tiempo completo y más tarde le ayudó a agilizar el proceso de visado para trasladar a su mujer, María, y a sus dos hijos a Estados Unidos en 2010.

Unos cuatro años después, le llegó la oportunidad de trabajar en el Hershey Lodge. Le encantaba el trabajo, los beneficios y la experiencia, pero no le gustaba el viaje de ida y vuelta por la I-83, el tráfico alrededor de Harrisburg y los choques que veía con demasiada frecuencia.

Un día frío y lluvioso, un coche le adelantó por la izquierda y chocó contra la mediana, pasando por poco el parachoques trasero de Edgard, que vio cómo se formaba un montón de coches en su espejo retrovisor.

“Dios, esto debe ser una señal”, recuerda haber rezado. “Podría mudarme a Hershey o abrir mi propio restaurante más cerca de casa”.

Fusión peruana y mexicana

Edgard ahorró algo de dinero y mantuvo los ojos abiertos en busca de una oportunidad, y finalmente encontró un espacio en 2019 en un centro comercial a lo largo de Cape Horn Road.

Su cocina de concepto abierto ofrecía comida peruana y mexicana de fusión. El nombre del restaurante, Rocoto, rinde homenaje a un chile cultivado en Perú. A los clientes les gusta especialmente su plato de costillas estofadas al estilo peruano, Seco, dice Edgard.

Cuando llegó la pandemia, todo lo que se concentró en ese primer año hizo que la transición a “sólo para llevar” fuera casi perfecta. “La comunidad nos apoyó de verdad”, dice.

No duda en dar crédito a su personal por su parte en la construcción de Rocoto. Y, por supuesto, a su mujer.

“Ella siempre estuvo a mi lado y me ayudó a convertir mi negocio en lo que es hoy”.

Perseguir los sueños

Edgard enarbola una bandera estadounidense fuera de su negocio como agradecimiento al país y a la gente que ha llegado a amar. Le ha dado a él y a su familia la oportunidad de perseguir sus sueños.

Y siempre está soñando con lo siguiente.

El negocio ha comprado recientemente una máquina de café expreso y pronto ofrecerá a los clientes cafés con leche y de países latinoamericanos. Abrir un segundo local está en su mente.

Hasta entonces, recuerda una lección que le enseñó su padre hace años: Machu Picchu no se construyó en un día.

Ganar más dinero no es lo que le mueve, dice. “Me gusta ver las caras de los clientes cuando comen bien y están contentos”.