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Un conservador encuentra una rica historia que vale la pena restaurar en el Condado de York

Un conservador encuentra una rica historia que vale la pena restaurar en el Condado de York

  • Kenya Brown Feeser ha viajado por todo el mundo restaurando objetos. Ahora utiliza sus habilidades únicas para dar vida a la historia de York.
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Kenya Brown Feeser considera que las placas y las estatuas son como el césped. Si los cuidas y los atiendes, la gente los respetará. Si no lo haces, puedes acabar con un césped lleno de basura.

Kenya ha hecho una carrera combinando su amor por la historia con un conjunto de habilidades artísticas y científicas únicas para restaurar artefactos como pinturas, estatuas y casi cualquier cosa antigua que se pueda imaginar.

Su carrera la ha llevado tan lejos como Italia y tan cerca como Maryland, pero durante los últimos siete años ha llamado a York su hogar.

A través de su empresa, Urban Renaissance Restoration, se ha encargado de varios objetos específicos de York. Un proyecto en el que le encantaría trabajar: las placas de bronce del recinto ferial de York.

“Hay algunas menciones dignas en esas placas”, dice.

Encontrar a su gente

Kenya se introdujo por primera vez en la comunidad histórica de York durante un evento del Primer Viernes.

No es una persona que presuma de sus habilidades, pero su marido sí. Él elogió su trabajo durante una visita a la Taberna Plow, y poco después se convirtió en la conservadora residente del Centro de Historia del Condado de York.

Era una buena opción.

“Soy una de esas personas que aman el pasado”, dice. “Me parece bien el futuro, pero me encanta cómo hicimos la época victoriana”.

Aunque el negocio de Kenia es a tiempo parcial, a ella le gusta que sea así.

Le permite la flexibilidad de ser voluntaria en el Centro de Historia del Condado de York, absorbiendo todo el conocimiento histórico que puede en el comité de planificación estratégica y como miembro de la junta.

Un proceso táctil

La primera o segunda semana de cualquier proyecto, dice, consiste en intentar averiguar qué ocurre exactamente con un objeto y planificar cómo proceder.

Luego viene la parte divertida: reconstruir una sección de yeso capa por capa, pintando con delicadeza para restaurar la visión original del artista.

“Esa es probablemente la parte más gratificante del trabajo, cuando llegas a esa fase”, dice.

Sin embargo, mostrar el producto terminado a un cliente es la segunda parte.

“No puedo explicar bien esa sensación, pero siento que he aportado mi granito de arena para mantener esa historia”, dice, “una parte de la historia que puede haberse olvidado o roto”.