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Un contratista construye su sueño americano

Un contratista construye su sueño americano

  • Ulises Salinas ha confiado en la paciencia -tanto en el aprendizaje de su oficio como en las costumbres de un nuevo país- para hacer crecer su negocio.
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Ulises Salinas está de pie en el centro de York y señala la media docena de proyectos que ha terminado sólo en South Queen Street: un cuarto de baño en ese apartamento, una barandilla personalizada a la vuelta de la esquina, una terraza y una valla por allí.

Este contratista de 36 años se metió en el negocio por necesidad, pero se ha quedado por su amor al oficio y por la larga lista de referencias que lo mantienen ocupado.

“Nunca he tenido que hacer publicidad en 17 años”, dice, señalando el imán de U&E Finish Carpentry and Remodeling que puso recientemente en su furgoneta de trabajo, la primera pieza de marketing que ha hecho. “Cuando haces un buen trabajo y la gente está contenta, te llega más trabajo”.

Trabajando con sus manos

Salinas salió de México en 2004. Su padre ya vivía en York.

Aunque asistió a la William Penn Senior High School para terminar su educación, fue muy difícil estar en el salón de clases, dice. No sabía nada de inglés.

Al tener dificultades en la escuela, decidió empezar a trabajar. A los 18 años, pintaba casas. Conoció a un tipo que hacía trabajos de carpintería y le pidió ayuda. Se enamoró de la carpintería de acabado. Hoy, sigue siendo su trabajo favorito.

Salinas pudo mantenerse, pero la barrera del idioma seguía siendo un reto. A menudo se encontraba en situaciones en las que no podía entender lo que sucedía.

“Me sentía mal por ello”, dice. “No quería que siguiera siendo así”.

Empezó a tomar clases de inglés como segunda lengua, tantas que a veces estaba en un aula durante cinco horas al día mientras se las arreglaba para trabajar a tiempo completo.

Lo que más le ayudó fue ir a la biblioteca Martin y aprender a traducir las canciones que escuchaba en la radio. 

“Era mucho trabajo, pero tenía que hacerlo”, dice. “No todo el mundo entiende lo que supone trabajar en eso”.

Un negocio familiar

Salinas dice que trabaja todo el tiempo. En lo que respecta a la mano de obra, U&E es un espectáculo para una sola persona por ahora, pero espera incorporar pronto alguna ayuda. Su lista de clientes está creciendo y necesita otro par de manos.

Su mujer, Elaine, le ayuda con los asuntos administrativos, pero también se ocupa de los tres hijos de la pareja, de 3, 5 y 14 años. Ambos se conocieron en las clases de inglés. Ella es de Filipinas.

La vida que están construyendo para su familia está basada en la valentía. Esperan pasar algún día del trabajo de contratista a la venta de casas.

“Todos hacemos cosas por nuestras familias”, dice él. “Todo esto es por ellos”.

Los colores fluorescentes fluyen del pincel de Claudia Salazar para cubrir el swoosh de un par de Nikes. El espacio blanco se llena de azul, rosa y amarillo.

Nacida en Perú, pero residente en York desde hace ocho años, Salazar crea artículos que reflejan la vibrante herencia hispana que ha llevado consigo a través de los continentes.

Pero los hermosos colores que pone en un lienzo, en camisetas, en zapatillas o incluso en chaquetas de cuero son algo más que una representación de su origen: son un signo de su curación y de la vida que puede surgir del trauma.

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